Salvador de Bahía es una de esas ciudades llenas de colorido que se te quedan clavadas en el alma una vez has estado en ellas. Siendo como es una ciudad turística, no ha perdido su sabor original, y la mezcla de culturas, clima, gastronomía e historia que ofrece te deja un regusto dulce que hace muy difícil olvidar tu estancia en este lugar.
Y eso que mi viaje a Salvador no coincidió con uno de los momentos cumbre de la vida de la ciudad, como es su famoso Carnaval, pero es que Salvador no necesita de eventos extraordinarios para dejarte una honda impresión. Basta con admirar sus edificaciones, disfrutar de sus playas o conocer un poco el carácter de sus gentes para sentirse irremediablemente atraído por este lugar.
Salvador de Bahía se ubica en torno a un acantilado, por lo que la ciudad se divide en dos áreas, la ciudad alta y la ciudad baja, conectadas ambas por el que es uno de sus puntos emblemáticos: el elevador Lacerda.
Se trata de un elevador público de 72m de altura construido en el siglo XIX tras un encargo al ingeniero Augusto Frederico de Lacerda. Su decoración es estilo Art Decó, y transporta aproximadamente unas 27000 personas cada día. Desde la parte alta permite contemplar una de las estampas más bellas de la Bahía.
La arquitectura tiene también un notable protagonismo, especialmente la religiosa. De hecho, se contabilizan en la ciudad hasta unas 350 iglesias y capillas distintas, lo que da muestra de la gran importancia que el sentimiento religioso ha tenido entre sus gentes.
Quien quiera hacer el circuito de Iglesias que pueden encontrarse en Salvador de Bahía podría emplear fácilmente meses para ello – de hecho los bahianos se jactan de tener una iglesia para cada día del año- y aun así no las conocería todas, pero para el turista que está de paso y sólo quiere conocer lo más destacado, pueden reseñarse como visitas imprescindibles la Catedral, con más de tres siglos de antigüedad, y la iglesia de Nosso Senhor do Bonfim, una de las más populares.
Aparte de pasear por el casco antíguo y admirar casas, plazas o iglesias de los siglos XVI al XVIII, otra de las cosas que no puedes dejar de hacer si vienes a Salvador es pasarte por el mercado Modelo. Pleno de tradición y color, en sus puestos puedes encontrar desde artesanía a los atuendos típicos bahianos de colores claros que tan familiares nos resultan cuando los vemos en foto. En él pueden apreciarse, con más claridad quizás que en ningún otro lugar, las profundas raíces africanas existentes en la cultura de esta ciudad, fruto de la exportación de esclavos que tuvo lugar en siglos pasados.
Lo que desde luego es sello de identidad de Salvador de Bahía son sus playas. Los brasileños adoran la playa, y las de Bahía son especialmente bellas. Sus casi 50 km de costa están repletos de lugares maravillosos, donde abunda la arena blanca y fina y el agua cristalina. Además, por lo general, son lugares con mucha vida, donde abundan las actividades, lo que contribuye a crear un ambiente festivo.
De cualquier forma, no todas son iguales, y es muy posible que visitando algunas de las principales, como las de Porto da Barra, Farol da Barra, Ondina, Stella Maris, Itapúa o Flamengo, te encuentres más cómodo en unas que en otras. Si tienes tiempo, lo recomendable es, al menos, visitar las mencionadas, y hacer un tour por las islas próximas.
Tampoco puedes dejar de disfrutar de su gastronomía. En general, la gastronomía brasileña está bastante infravalorada, pero en concreto la de Bahía tiene algunas delicias que recomiendo fervientemente, como la Moqueca bahiana, a base de pescado, verdura y leche de coco, o las Cocadas, un rico dulce que podrás encontrar en numerosos puestos callejeros. Mi consejo es que te dejes llevar y experimentes, porque en estas latitudes tan lejanas, los ingredientes y mezclas son tan distintos que seguro muchos platos te sorprenderán.
Y para finalizar, en un país como Brasil que adora la música no puedes dejar de experimentar la animada vida nocturna de Salvador, si bien con todas las precauciones posibles, ya que, como es bien sabido, no se trata del lugar más seguro del mundo.
Particularmente no tuve problema alguno, pero es cierto que estaba aleccionado al respecto de evitar determinadas zonas y no llamar mucho la atención, precauciones básicas cuando se viaja a lugares donde existe este problema. Aplicando el sentido común, no deberías tener mayores preocupaciones, ya que en los lugares más turísticos siempre hay una constante presencia policial que te otorga bastante tranquilidad.
Y este es el resumen de mi paso por Salvador de Bahía, un lugar con una fama turística más que merecida por todos los atractivos que ofrece, y que no necesita de los Carnavales como excusa para ser visitada.
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