
Visitar Aosta y el Castillo de Fénis
Para visitar Aosta se puede aparcar al oeste de la Porta Praetoria y empezar a explorar la ciudad: aquí es fácil verlo casi todo incluso yendo sin rumbo, mirando a través de los cristales de las tiendas (muchas de artesanía local). Entre las muchas cosas que se pueden comprar, por ejemplo, están botecitos de ciocolate o fruta (por unos 4€) que se pueden comer con las «tegole» (galletas del Valle de Aosta), o varios objetos de madera hechos a mano.
En la plaza Chanoux se encuentra el Ayuntamiento del siglo XIX: la catedral tiene 2 campanarios y la fachada está decorada con frescos del siglo XI; la iglesia de Sant’Orso, reconstruida encima de otra del año 1000, es una obra digna de ser vista en estilo románico-gótico. El puente romano, el Arco de Augusto y la plaza Chanoux son las 3 cosas que hay que ver en Aosta (además de mirar hacía las montañas del Valle o simplemente irse a esquiar a la vecina estación de Pila).
Si quieres más después de pasar una media tarde en Aosta puedes irte en coche (cogiendo la SS26) hacía el Castillo de Fénis: el típico castillo al que se piensa cuando se dice la palabra «castillo».
Tiene una planta pentagonal, con torres circulares en las esquinas: en el interior hay muchos frescos, incluidos los de San Jorge matando al dragón, San Cristóbal y la Anunciación. Las entradas cuestan 5€ y, de abril a septiembre, el horario de visita es de 9 a 18.30.
Si luego tienes hambre, puedes cenar en el restaurante «Il giunco» en Brissogne que se encuentra dentro del campo de golf de Les Iles y tiene una pizza muy buena. El servicio es un poco desorganizado pero la pizza es genial: la masa cocida a la perfección con horno de leña y con ingredientes de la más alta calidad. ¿El precio? Con bebida y postre -> 14€.
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