Budapest en 4 días
La capital húngara está unánimemente reconocida como una de las ciudades más bellas de Europa. Dividida por el Danubio en dos partes, Buda y Pest, es complicado disfrutar de todas las maravillas que ofrece si no se cuenta con al menos una semana para ver todo de forma relajada.
En mi caso, como casi siempre, el viaje a Budapest estaba planificado para menos tiempo del necesario, con lo que seguro que me perdí cosas que merecen la pena, pero cuatro días fueron suficientes para enamorarme de este lugar que ofrece razones suficientes a sus habitantes para sentirse orgullosos de su ciudad. Dedicando dos días a cada una de las partes en las que se divide la ciudad, da para bastante. Aquí comienza mi experiencia en Budapest.
Días 1 y 2: Buda
Buda está situada sobre una colina del mismo nombre. En esta parte de la ciudad se puede visitar el Barrio del Castillo, donde se puede disfrutar de la visión de curiosas casas, así como galerías y museos. También en esta zona están el Castillo de Buda y la Iglesia de San Matías, dos visitas imprescindibles. Esta última es sin duda una de las iglesias más espectaculares y vistosas en las que he estado. No en vano en ella se celebran enlaces de la realeza.
Cerca del castillo está el Monte Gellert, donde también hay mucho que ver. Subiendo a su parte más alta se llega a la Ciudadela, desde la que se tiene una magnífica vista de la ciudad, y también al Hotel Gellert, famoso por su balneario es el que tuve la oportunidad de disfrutar de los famosos baños que tan populares son en esta ciudad. Y es que el turismo de spa y balneario se ha potenciado notablemente y son muchos quienes acuden a Budapest a vivir esta relajante experiencia.
Días 3 y 4: Pest
La visita al parlamento es una de esas cosas que uno no puede dejar de hacer bajo ningún concepto si estás en Budapest. Su grandiosidad impresiona -de hecho, en su momento fue el parlamento más grande del mundo- y su decoración te deja literalmente con la boca abierta. Lo único malo, las prisas con las que se realiza la visita guiada. El tipo que nos acompañaba no daba respiro, y apenas tienes tiempo para recrearte en la contemplación de semejante maravilla arquitectónica.
Siguiendo con lugares impresionantes – probablemente Budapest sea una de las ciudades donde más abundan las edificaciones que te dejan en estado de shock al verlas- la siguiente visita fue a la Basílica de San Esteban, la cual ofrece, aparte del atractivo de la propia contemplación de tan majestuoso lugar, la posibilidad de obtener una vista panorámica de la ciudad desde la torre, situada a 96 metros de altura. Aunque hay un ascensor que por algo más de un euro te sube rápidamente, yo quise experimentar lo que se siente al llegar hasta arriba después de más de 360 escalones. Cuando no llevaría más de 100 me arrepentí de mi heroicidad…
La avenida Andrassy es otro de los lugares que de verdad merecen la pena. Recorrerla da para completar media jornada fácilmente si quieres tomártelo con calma, porque hay mucho que ver. Desde el metro, uno de los más antiguos del mundo, hasta el Terror Haza, un museo dedicado a rememorar los horrores sufridos por las víctimas del fascismo y el comunismo, pasando por los incontables palacios, edificios, restaurantes y tiendas que capturan tu atención a cada paso cuando paseas por ella.
Otro de los puntos que sin duda recomiendo es el Mercado Central. Todos los mercados tienen un sabor especial, pero el mercado Central de Budapest, es, directamente, otro nivel. La visión impresiona tanto desde fuera como cuando entras en él, momento en el que te invade su colorido y un mundo de aromas. Allí, rodeado de comida, es uno de los mejores lugares para llenar el estómago. Y es que en la planta superior hay unos cuantos puestos que están muy bien de precio y ofrecen especialidades muy sabrosas.
Y por último, no puedo dejar de hacer mención a los puentes, que son una de las principales señas de identidad de Budapest. El puente de las cadenas, presidido por dos leones, es uno de los más populares, pero quizás incluso más bonito resulta el Puente de la Libertad. Visitarlos durante el día te permite tener una visión de ambas partes de la ciudad, y contemplarlos desde la lejanía en la noche es todo un espectáculo, gracias a la iluminación que los decora.
En definitiva, Budapest es una ciudad con tal cantidad de atractivos que cualquiera queda embelesado desde el primer día que la descubre. Puedo decir sin temor a equivocarme que absolutamente nadie puede quedar decepcionado de visitar esta ciudad, que se ha convertido, desde hoy, en una de mis favoritas.
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