Este año ningunas vacaciones en los meses «canónicos» de julio o agosto. No ha sido posible para varios motivos, pero no por esto me he entristecido. Para mi organizarme una decena de días en el mes de octubre me ha permitido satisfacer un sueño que tuve hace muchos años: un tour en Madagascar. Madagascar te toca en lo profundo.. es una tierra increíble donde los colores y los sabores te envuelven! No hablo sólo de la naturaleza, que aquí ofrece su máxima expresión sino también de la gente. En ningún otro sitio del mundo puedo decir de haber encontrado tanta humanidad y solidaridad.
Madagascar es la cuarta isla más grande del mundo, con una variedad de especies animales y vegetales endémicas y que no existen en ningún otro lugar: lemuri, ranas raras, camaleones. El clima en octubre todavía es muy seco y, aunque no es el mejor periodo en abosluto, hemos tenido suerte con puntas de más de 30 grados.
Hay diferentes agencias que programan tours en Madagascar y, leyendo los comentarios y las varias reseñas de viaje, parece relativamente fácil también organizarse solo. Yo casi nunca me fio porque me angustia caer en algún problema insuperable, también nosotros que en todo caso hablamos inglés y que desde siempre somos turistas adaptables. La primera etapa de nuestro viaje ha sido por lo tanto la búsqueda de una agencia que nos satisfaciera y que nos dejara bastante tiempo libre para permitirnos también hacer excursiones en grupo. Una vez elegido, salimos con viajes marsans, que propone un viaje organizado de 4 noches pero que nos permite una extensión de otros 3 días al mar, para cerrar la vacación con un poco de descanso.
Había visto documentales y leído artículos sobre la riqueza naturalística de Madagascar y enseguida he tenido la impresión de encontrarme en «otro mundo.» Llegados muy pronto a Nosy Be la mañana hemos tenido que trasladarnos antes con minis autocares al puerto de Hell Ville y luego coger un barco que nos ha llevado hasta Ankify, dónde nos hemos instalado en hotel. Tiempo de relajarnos un momento y luego a la carretera! La primera excursión sobre el río Ramena. Desde las típicas piraguas hemos visto los plantaciones de cacao, de vainilla, de pimienta y también de ylang-ylang (confieso que hasta ese momento no tenía idea de como fueran). ¡El primer animal que hemos encontrado ha sido el cebú, una especie de «vaca delgadísima» (muy buena para comer) qué hemos visto muchas más veces a lo largo de nuestras excursiones y que después de algún tiempo ya no me parecía tan delgada jajajaja.
La mañana siguiente hemos salido en coche (4×4) hacía Diego Suarez, una ciudad muy pintoresca, situada sobre un promontorio en el sur de una bahía entre las más bonitas del mundo, al menos para mí. Antes de llegar el centro, nos hemos parado en la Reserva Natural de El Ankarana, conocida por un relieve de tipo carsico que se extiende por unos 20 km y por la variedad de animales que la habitan entre los cuales el «foso» único depredador presente en Madagascar. Sensacional el «Perte de riviere», un enorme hueco debido a la erosión del terreno en que se ven las capas sobrepuestas de las rocas ricas en fósiles.
Alcanzada Diego Suarez, después de habernos arreglado con el hotel, hemos podido visitar libremente esta extraordinaria ciudad. Sinceramente no entiendo por qué no es tan conocida como debería. Aquí conviven numerosas etnias que hacen de ello un real centro multicultural; para no hablar de las numerosas ofertas para los amantes del senderismo, de la vela, del submarinismo. ¿Y qué decir su planta urbanística? La guía nos ha explicado que aquí, durante más de cincuenta años, tuvieron base las fuerzas armadas francesas, la marina y la legión extranjera: no es por lo tanto casualidad si todavía hay cuarteles y arsenales militares. En las aldeas alrededor de Diego Suarez no están acostumbrados todavía a los turistas y a los niños cuánto ven llegar los Vasà (los blancos) escapan todavía.
Es útil llevarse algún lápiz, alguna camiseta, algo en fin para poder donarles a estos niños: su sonrisa y su simple pero sincera gratitud son una experiencia que llena el corazón. También las familias asi llamadas «acomodadas», en las aldeas, a nuestros ojos son algo más que indigentes: es cierto, tienen casas de chapa en vez de de madera…
El tercer día de tour, abandonado el 4×4 nos hemos subido a un quad!! Meta del día las tres bahías: de Sakalava, de las Dunas y de las Palomas. La bahía de Sakalava es una bonita playa de arena blanca pero, para mi gusto, es demasiado ventosa. Más reparadas las bahías de las Dunas y las Palomas, siempre con playa blanca y aguas cristalina color verde-azul. Poco más allá hemos visto la aldea de pescadores de Ramena donde hemos almorzado. También aquí, por suerte, un poco de libertad del grupo como nos gusta a nosotros: nos hemos dado un baño, nos hemos relajado sobre la playa y hemos dado un paseo dentro de la pequeña aldea que, incluso no teniendo nada especial, es acogedora y característica, con sus sabores especiados y las caras secadas por el sol y regadas de arrugas de los pescadores que arreglan las redes.
También ha sido todo una inmersión en la naturaleza el regreso (aunque en este caso habría preferido la comodidad de una máquina al quad). Suena raro cuando os cuentan que aquí existe un islote llamado «Pan de Azúcar» que sin embargo no tiene nada que ver con su homólogo brasileño jejeje.
Observación: la excursión en quad es entusiasmante y te permite atravesar senderos inmersos en la vegetación y de estar realmente a contacto con el entorno natural circunstante, pero hace falta ser prudentes y, sobre todo, protegerse bien. Nosotros, que como muchos otros, no íbamos preparados para esta experiencia, hemos tenido de la guía de la agencia toda las herramientas necesarias (y también la superflua: basta pensar que me olvidé las gafas de sol y me han dado un par nuevos para protegerme del polvo de la carretera!).
El cuarto día de tour, a pesar de un cierto dolor de piernas, no pudimos perdernos la visita, esta vez en 4×4, a los Tsingy Rouge, que son formaciones calcáreas con forma de aguja, de color rojizo, que componen un escenario espectacular y que se encuentran prácticamente en el medio entre Diego Suarez y la Reserva especial del Ankarana. ¡El contraste entre el rojo de las rocas y el verde alrededor parece falso! A la base de estas formaciones hay un guarda que controla a los turistas para que no se lleven algunos «souvenires» o arruinen las agujas. Llamarle guarda es mucho, puesto que vive en una minúscula casita de chapa grande ni más ni menos que un garaje. Un personaje de una humanidad y una generosidad increíble que no olvidaremos nunca.
De aquí hemos llegado al Parco de «La Montagne d’Ambre» para hacer senderismo dentro de la selva pluvial. ¡Qué espectáculo! He pensado que el Paraíso tenía que estar por estas partes: vegetación muy verde, pequeños lagos, cascadas… ¡y luego cuántos animales! Lemuri, camaleones, mariposas.. También en este caso una sugerencia: dentro de la selva pluvial el clima es muy húmedo y a veces hace frío y un cambio de ropa puede ser útil.
El último día ha sido prácticamente todo dedicado a los traslados porque de Diego Suarez hemos ido hasta a Ankify, y de allí en barco al puerto de Hell Ville de Nosy Be dónde nos han recogido ulteriormente y llevados al hotel Arc en Ciel, dónde elegimos transcurrir los últimos 3 días de vacaciones en total relajación. Alguna observación sobre el hotel, que es guapísimo e inmerso «en el corazón de una pequeña aldea», con entornos elegantes, limpios y habitaciones amplias y confortables: ¡lo ideal después de 5 días entre selva y animales! Una estructura que ofrece numerosas posibilidades de efectuar otras excursiones, inmersiones, etc…
Comida buena y abundante, personal cordial y disponible, pero aquí todos lo han sido: para no perder, absolutamente, un salto en la piscina inmersa en un jardín rico en especies endémicas. Un espectáculo en el espectáculo, como han sido estas insólitas vacaciones.