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plaza mayor de la alberca

La Alberca: iglesias, ermitas y buena comida

Cuando se habla de pueblos con encanto, hay que tener en cuenta que este es un calificativo muy amplio. El encanto es un algo subjetivo, que además se encuentra en aspectos muy distintos. En el caso de la localidad salmantina de La Alberca, puede decirse que su encanto no radica tanto en su historia o sus edificaciones religiosas, como en el sabor tradicional que desprenden sus casas.

No se trata de que en La Alberca no haya nada relevante que ver. De hecho, es sorprendente que un pueblo tan pequeño disponga de un número tan amplio de Iglesias y ermitas. Sino más bien de que la magia de La Alberca no necesita más que un paseo por sus calles para hacerse palpable.

Eso fue algo que me llamó la atención con tan sólo ver unas fotos en internet, y lo que me movió a acercarme hasta allí para respirar aquella atmósfera tan particular que proyectan las calles y casas de La Alberca.

Esa arquitectura popular, plena de rincones pintorescos, te atrapa desde el primer momento. Es algo difícil de explicar, y que sólo puede sentirse si se está aquí. El encanto de la sencillez y la rusticidad que desprende La Alberca, es algo que sorprende, y que resulta la mejor prueba de que la belleza puede estar en cualquier parte, no sólo en complejas edificaciones ornamentadas. También en sencillas viviendas, en la piedra, la madera y el hierro.

plaza mayor de la alberca

Plaza mayor de la Alberca

El corazón de La Alberca es su Plaza Mayor, donde se reúnen varios edificios significativos, como el Ayuntamiento o la Casa Ducal. Está rodeada de soportales con columnas, y las fachadas de casas y comercios están muy cuidadas. También allí, en algunos edificios de aspecto tradicional, se ubican algunos restaurantes. Sin duda se trata del lugar con más vida del pueblo.

Pasear por sus calles semivacías deja una sensación extraña, aunque reconfortante. De alguna forma, ese cuidado por mantener intacto su patrimonio arquitectónico habla de gentes sencillas pero orgullosas de serlo. Las casas, en su mayoría de tres plantas, y construidas en piedra blanca y madera, mantienen su estructura original. Antaño, la planta baja se utilizaba para los animales, la primera para la cocina y la despensa, y la superior para los dormitorios. Hoy en día, si bien los usos son distintos, no han variado demasiado.

Los balcones de forja lucen especialmente gracias a las macetas que los adornan y les proporcionan colorido. Y las inscripciones religiosas y los escudos de sus fachadas son la guinda que termina de completar esa sensación que uno podría calificar como el encanto de lo rústico.

La Alberca cuenta, además con un buen número de iglesias y ermitas. El edificio religioso más señalado es la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo neoclásico con detalles barrocos, que data del siglo XVIII y que se construyó sobre los restos de otra iglesia, de la que aún se conserva una torre.

iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

En el Casco viejo se encuentran La Ermita del Humilladero, la Ermita de San Blas y la Ermita de San Antonio. Al margen de estas, también cuenta con la Ermita de San Marcos -si bien se encuentra en ruinas- y la Ermita de Nuestra Señora de Majadas Viejas, a 3 km del pueblo.

Por cierto, que los alrededores del pueblo son otro de sus grandes atractivos. La Alberca se ubica en medio de un precioso entorno natural, y muy cerca del Parque Natural de las Batuecas, un valle boscoso con gran riqueza de flora y fauna en el que hay incluso pinturas rupestres.

Tratándose de un pueblo castellano, sería un pecado mortal no hacer honor a la gastronomía de la zona, la cual está especializada en carnes a la brasa y embutidos. Así que aprovecho para regresar a la Plaza Mayor y probar alguna de las delicias que se cocinan por estas tierras en uno de los restaurantes que vi a mi llegada.

Parque Natural de las Batuecas

Parque Natural de las Batuecas

En concreto me decidí por el restaurante El Balcón de la Plaza, donde a decir verdad, comí de lujo a un precio razonable. Una selección de ibéricos para abrir boca, un estofado de rabo de toro, y  un chuletón de ternera a la brasa de carbón de encina me convencieron de que mi elección había sido más que acertada.

Y como recomendación para dormir, tengo que reconocer que quedé muy satisfecho con las instalaciones del Hotel Doña Teresa, un hotel rústico, con excelentes vistas y habitaciones amplias que desprende el mismo encanto que  el resto del pueblo. Bien es cierto que al tratarse de un hotel de 4 estrellas no es la opción más económica, pero desde luego, para quienes quieran pasar un fin de semana en La Alberca disfrutando de todo lo que el pueblo tiene que ofrecer, y sin preocuparse mucho por el dinero, es una opción más que recomendable.

Hola soy marco, un gaditano que adora los viajes y todo lo relacionado con ellos. Después de tanto viaje, he decidido compartirlos con todo el mundo y desde 2013 soy administrador de www.laotraruta.org. Gracias a mucho trabajo y esfuerzo, después de 2 años, estoy viviendo de blogging y hace poco he salido de viaje indefinido. Los sueños se pueden hacer realidad, sólo hay que focalizarlos ;)

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