Qué ver en Tossa de Mar
Cuando una pequeña población adquiere renombre turístico, no es por casualidad. Y el de Tossa de Mar tiene su origen en una combinación de playas y calas de extraordinaria belleza junto a un recinto amurallado casi intacto y un legado histórico artístico digno de mención. De este modo, tanto quienes buscan saciar su sed de cultura como quienes únicamente aspiran a pasar el día en un marco natural próximo al mar, encuentran en Tossa un lugar que colma todas sus expectativas.
En mi caso, ambos son planes que me resultan lo suficientemente seductores, así que me dirigí rumbo a la comarca de La Selva en Girona, y allí me planté, en Tossa de Mar, con la idea de pasar una jornada sumergido en la historia del pueblo para después comprobar si la fama de sus playas es justificada.
La vista de Tossa de Mar desde la lejanía es impresionante, gracias en gran medida, a la gran muralla que la circunda. Dicha muralla está declarada como Monumento Histórico Artístico Nacional, y acoge en su interior lo que se conoce como la Villa vella (La villa vieja), que es visita obligada cuando llegas a Tossa.
Originalmente, en la parte alta del pueblo se erigió un castillo que tenía la función de defender la costa. Las incursiones de piratas obligaron a levantar la muralla que se puede ver y que conserva tres grandes torres, si bien eran siete con las que contaba en origen. En estas torres había vigilancia permanente que avisaba a la población de ponerse a salvo en el interior de la muralla cuando se registraban incursiones enemigas. Una muralla que se ha convertido en signo de identidad de Tossa y que da al pueblo ese aspecto tan característico del Medievo.
Mi paseo por Tossa tuvo como inicio una de las tres playas con las que cuenta, La Platja Gran. Desde allí, encaminé mis pasos hacia el Faro de Tossa, un Faro construido en 1917 en el lugar donde antiguamente se ubicaba una de las torres de vigilancia, que está situado en la parte más alta del pueblo, sobre un acantilado.
Al llegar al Faro, las vistas sobre el acantilado son increíbles. Divisar toda la amplitud del mar desde la terracita-café allí instalada ya es motivo suficiente que justifique la subida, aunque ya que estaba allí opté por visitar el museo ubicado junto al faro, en el que se nos explicó con todo detalle la historia de las señales marítimas y la vida de los fareros. El tema me pareció apasionante, y, además, se hace muy ameno puesto que además de las exposiciones, se proyectan diversos cortos que lo hacen más entretenido.
Una vez finalizada mi visita al faro, el siguiente punto de mi trayecto eran las callejuelas de Villa Vella. Un entorno mágico donde admirar bellas y antiguas casonas, pero también donde poder hacer un alto en cafeterías, restaurantes o comercios
Y es que una de las cosas que da un aire pintoresco a esta pequeña población, es que este ambiente histórico se mezcla con innumerables tiendas de souvenirs y regalos que tratan de aprovechar el boom turístico. El negocio es el negocio, y sus habitantes, como buenos catalanes, no se han resistido a sacar un buen provecho económico del éxito del que la localidad goza. De ser un pueblo de pescadores ha pasado, como tantos otros en la Costa Brava, a vivir casi en exclusiva del turismo.
Con el estómago comenzando a dar señales de disgusto, aproveché para pararme a comer y escuchar las sugerencias sobre gastronomía local que tuvieran que hacerme. Finalmente me decanté por lo más típico de la zona, el Cim i Tomba, un delicioso plato de patatas y pescado que me dejó con ganas de pasar el resto del día tumbado en una de las calas que Tossa tiene para ofrecer.
Y eso fue exactamente lo que hice, puesto que el siguiente paso de mi estancia allí fue Cala Menuda, o la Platja de la mar Menuda, como también se la conoce. Un lugar muy especial, de singular belleza, y que está considerado como una de las playas más especiales de la Costa Brava, al que le dedicaré una entrada propia en el blog porque verdaderamente lo merece.
Y esto es, a grandes rasgos, lo que podrás encontrar en Tossa. Acantilados, vistas espectaculares, naturaleza y playas, y cómo no, historia y cultura. Un cocktail que explica a la perfección la popularidad de este pequeño pueblo catalán de cara al turismo, ya que compone una variada oferta que encaja en las preferencias de casi todo el mundo.
La Costa Brava, no es sólo la juerga, la noche y el alcohol de Lloret de Mar. Hay mucho más y muy distinto, y Tossa es la mejor prueba de ello. Un lugar donde relajarse y olvidarse del paso del tiempo.
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octubre 31, 2024