Vinuesa
Pudiera parecer que, una vez visto un pueblo de perfil medieval, vistos todos. Pero puedo confirmar que no es así. Pese a haber visitado ya innumerables pueblos de la geografía española con estas características, sigo encontrando algo especial en cada uno de los que recorro por primera vez.
En este caso no fue distinto, y Vinuesa, una pequeña población soriana situada a 35 km de la capital de provincia, consiguió, una vez más, que diese por bueno el tiempo empleado en recorrer sus calles e impregnarme de la esencia que desprenden sus casas y edificaciones con varios siglos de historia.
Vinuesa es un pueblo pequeño, que puede recorrerse paseando con calma y no te lleva demasiado tiempo visitar todo aquello que de interés cultural tiene. Pero visitar Vinuesa y no acercarse a la Laguna negra o aprovechar para realizar actividades de aventura, teniendo en cuenta el fantástico entorno natural en que se ubica el pueblo, es no sacarle todo el partido posible al viaje.
Llegando al pueblo, lo primero que me encuentro es la Ermita de la Soledad, construida en el siglo XVI, y la Casa del Indiano, muestra de esa arquitectura tan particular que trajeron aquellos comerciantes que emigraron, y tras hacer fortuna, regresaron al pueblo. De hecho, en Vinuesa pueden encontrarse un buen número de casonas de estas características, que junto a sus fachadas empedradas, y sus laberínticas callejuelas dotan al pueblo de ese sabor antiguo que tan de mi agrado resulta.
Otras edificaciones dignas de ser reseñadas son la Casa de los Ramos, levantada en el siglo XVII, y que tiene la calificación de bien de interés cultural, el Palacio de Don Pedro Neyla, con su fachada repleta de escudos nobiliarios, y que ahora acoge una escuela, o el Palacio de los Marqueses de Vinuesa, hoy residencia para personas mayores.
Es Vinuesa un pueblo que transpira historia en sus edificaciones. No cuenta sin embargo con demasiadas de carácter religioso, como pueden darse en otros pueblos del mismo tipo. Si acaso, destacar la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Pino, de estilo gótico renacentista, y cuya decoración interior se realizó con aportaciones privadas. Pero ello no quita que sea tremendamente interesante recorrer su casco urbano y admirar el legado que el paso de los siglos ha dejado aquí. Los balcones, la madera, los blasones nobiliarios, las construcciones en piedra…
Sin embargo la visita a Vinuesa se hace corta y a la jornada aún le quedan horas, por lo que mi siguiente destino es la Laguna negra, una laguna de origen glaciar situada a 1750m de altitud que, según la leyenda, no tiene fondo. En realidad, su característico color oscuro no se debe a ese motivo, sino al reflejo de las montañas que la rodean.
No es esta la única leyenda en torno a este lugar, del que también se dice que se comunica con el mar por medio de un conducto subterráneo, o que en su interior habita un ser que devora todo lo que cae en ella. Historias que, a decir verdad, no necesitan ser creídas ni transmitidas para motivar una visita a este lugar, cuya belleza se basta para atraer a un buen número de visitantes.
Si bien se puede llegar en coche hasta casi la misma Laguna negra, el último tramo ha de hacerse a pie, pero no supone mayor dificultad. Eso sí, conviene saberlo con antelación para llevar un calzado adecuado.Una vez allí, y a través del camino que la rodea, puede disfrutarse del precioso paisaje en un paseo en el que admirar como la naturaleza ha creado de manera caprichosa un lugar tan particular.
Me llamó la atención de manera especial que, llamándose Laguna negra, el tono de sus aguas fuera verdoso, aunque este hecho se debe, según me dijeron a qué se trataba de un día con mucho sol y la vegetación se reflejaba dándole ese tono. Una visita en invierno, donde los días son más grises, es más propicia para comprobar el tono oscuro característico que le ha dado nombre a este enclave.
Una vez finalizada la visita a la Laguna negra, puede aprovecharse para conocer el Museo del Bosque, en la Casa del Parque Natural de la Laguna Negra o dirigirse a VinuesAventura, un parque donde pueden realizarse saltos al vacío, saltar agarrado a lianas, o lanzarse en tirolina.
Y si vas a hacer noche en Vinuesa, mi recomendación es el Hostal Urbión, que es donde yo me alojé. Un precio más que interesante, buena comida, y habitaciones amplias son razones más que suficientes para elegirlo, pero además ¡es que el trato que te dispensa el personal es fantástico!
Que Soria todavía no sea un destino turístico popular hace que uno todavía pueda disfrutar de maravillas como Vinuesa, con todo lo que esta población tiene para ofrecer a los amantes de la historia y la naturaleza, con tranquilidad y sin precios desorbitados.
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