
Qué Visitar en Praga en 2 Días
Praga es una de esas ciudades centroeuropeas que parecen sacadas de un cuento. Al menos si se hace referencia a los lugares de interés turístico, que están principalmente en la Ciudad Vieja y barrios colindantes. Las edificaciones y los monumentos con los que puedes cruzarte te sorprenden y admiran a cada paso, y no es difícil quedarse con la boca abierta ante la belleza clásica de muchos de ellos.
Hay mucho que ver en Praga, pero sólo con disfrutar de un aperitivo, uno queda prendado de esta ciudad.
Qué Visitar en Praga en 2 Días
La primera visita obligada es el corazón de Praga, la Plaza de la Ciudad Vieja donde se halla una de las principales atracciones turísticas, el Reloj astronómico. Llego hasta ella paseando por las callejuelas antiguas que parecen sacadas de un decorado de película, y en las que abundan pequeños restaurantes y comercios de Cristal de Bohemia.
Ante el reloj, montones de personas se amontonan para admirar tanto la obra de ingeniería en sí como su colorido. Situado en lo alto de una torre, este reloj es una de las señas de identidad de Praga.
Sin moverte de la plaza puedes continuar tu recorrido descubriendo el antiguo Ayuntamiento y el Templo de Tyn, dos edificaciones cuya grandiosidad impresiona y que por su peculiar arquitectura llaman de inmediato la atención incluso si las descubres por casualidad.
Me dirijo al suroeste hacia la Ciudad Nueva (Nove Mesto), una zona mucho más extensa, y llego hasta la enorme Plaza de Wenceslao, la cual merece la pena conocer, más que por su belleza, por la historia que hay tras ella, pues fue lugar clave en la caída del bloque comunista. Allí me encuentro con el Museo Nacional de Praga, otro de esos edificios que te golpean de repente en la vista causándote un impacto inesperado.
Más adelante, otro edificio capta mi atención de manera poderosa por romper con la estética de los palacios que lo rodean. Se trata de la Casa danzante, dos edificios a los que el autor llamó Ginger y Fred, que parecen bailar agarrados. Una imagen sorprendente que no debes perderte.
Mi segundo día en Praga vuelve a tener como punto de inicio la Plaza Vieja, pero esta vez me dirijo hacia el barrio de Mala Strana. Para llegar allí tengo que pasar por otra de las maravillas arquitectónicas que la capital checa ofrece: el puente de Carlos, un puente que atraviesa el río Moldava desde que fuera construido en el siglo XIV. Al atravesarlo, uno puede gozar de unas maravillosas perspectivas de la ciudad y observar con curiosidad las numerosas estatuas barrocas que lo decoran.
El Barrio de Mala Strana es una muestra arquitectónica de los diferentes pueblos y culturas que han tenido presencia allí. Mi destino principal allí es la Iglesia de San Nicolas, cuya visita te deja anonadado. Su interior está plagado de esculturas y pinturas del barroco, lo que, unido a la grandiosidad de su nave, te hace sentir que estás ante una recopilación de arte y talento como pocas veces pueda verse reunida. Y como guinda, allí también se encuentra el órgano que Mozart tocó durante su estancia en Praga.
Las horas vuelan y a mi salida de la iglesia continúo mi paseo cruzándome con numerosos palacios, que actualmente hacen la función de embajadas. Y cuando crees que ya nada te puede sorprender en una ciudad como Praga, ¡Zas! Te das de bruces con el muro de John Lennon y tus esquemas vuelven a romperse en mil pedazos. Entre tanta opulencia y fastuosidad, encontrarse con un mural de arte urbano cuajado de graffitis y dedicado a la figura del malogrado Beatle, es lo último que esperas.
Regreso al hotel a ponerme guapo para conocer un poco la noche de Praga, que no todo van a ser palacios y monumentos. Mi fin de semana en Praga llega a su punto final.
Por supuesto, hay mucho más por ver en Praga que lo que yo he tenido ocasión de visitar. Lugares como el Barrio Judío o el Castillo son recomendados en todas las guías turísticas, y con unos días más, seguro que puedo descubrir otros lugares que merecen la pena. Pero es el inconveniente que tiene querer recorrer tantas ciudades como sea posible: no puedes permanecer demasiado tiempo en ninguna de ellas.
Aun así, me voy de Praga con una sensación de haber pasado las últimas horas en un decorado de cuento de hadas. La arquitectura es sin lugar a dudas el plato fuerte de la capital checa, y quienes sepan apreciar la belleza de sus edificaciones no necesitan muchos más motivos para reservar su viaje.
Yo por mi parte me doy por satisfecho con lo visto, y desde luego, suscribo la opinión de quienes defienden que Praga es una de las capitales más bellas y pintorescas de Europa.
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