Archipiélago de la Maddalena: lo Mejor de Cerdeña

Lugares paradisíacos en el mundo hay muchos. Pero si algún día me muero, quiero acabar en el archipiélago de La Maddalena: un tesoro del mar Mediterráneo que entre sus islas contiene algunas de las características por las que es famosa la naturaleza de Cerdeña.

Naturaleza virgen, salvaje, pero que premia a los que se aventuran a descubrirla con respeto. La mejor manera para apreciar estas islas es sin duda el barco, que te permite llegar a algunos puntos que, a través de los viajes normales en barco, no se consiguen ver. Con un barco privado tendrás cierta autonomía para ir en búsqueda de un sitio más tranquilo y aislado para echar el ancla. Un vez allí puedes hacer muchas cosas: buscar restos de guerras, casas en ruinas, muelles destruidos por la fuerza del agua…

Ojo con una cosa: si vas en barco te entrarán ganas de pescar o recoger especies como los erizos de mar. Pues en casi todo el archipiélago está prohibido ya que es reserva natural desde 1994. Las multas por violar estas reglas son altísimas (vamos que mejor te compres los erizos en una pescadería jejeje). Si no tienes un barco (lo digo como si fuera lo normal tener un barco jajaja) tu alternativa es pillar una de las excursiones que salen desde el puerto de Palau. Por eso te recomiendo que busques ahí (en Palau) donde alojarte.

El viaje en barco te permitirá llegar fácilmente a las islas que más te gusten (las empresas organizan rutas diferentes, con diferente duración y trayecto). Los barcos efectúan muchas paradas bien en mar abierto, bien en las islas: lo mejor es bañarse ya que el agua está cristalina y muchas veces vas a ver peces u otras especies. Las compañías ofrecen un servicio completo: casi siempre está comprendida la comida que es a base de productos típicos de la región de Cerdeña.

La isla de La Maddalena está conectada por un puente a la de Caprera; un consejo: para llegar a la Cala Coticcio (Caprera) hay un sendero intransitable en coche y el calor del verano puede ser muy agotador para llegar allí. Eso sí: el esfuerzo se ve recompensado por el lugar una vez que hayas llegado. Un lugar llamado «Tahiti» por su extrema belleza de hecho jejeje. Una pequeña playa entre acantilados que dan a una piscina de agua azul brillante que se calienta con el sol. Las islas que conforman el parque protegido son muchas (Razzoli, Budelli, Santa María, Santo Stefano) y por eso hay cientos de especies protegidas que viven allí: esto quiere decir que no podrás entrar en muchas zonas porque la ley no lo permite.

Por ejemplo, no se puede llegar a la famosa playa rosa de Budelli (rosa porque tenía fragmentos de coral rosa en la playa). La falta de civismo de la gente ha hecho que la administración haya tenido que cerrarla al público indefinidamente o por lo menos hasta que se recomponga por si sola. El único lugar donde hay civilización es la isla de La Maddalena donde se pueden encontrar hoteles y aldeas. Son típicos pueblecitos mediterráneos con sus callejuelas y las casas una cerca de la otra para buscar la sombra. Desde la Maddalena hay barcos que llevan hasta Palau (también se pueden embarcar los coches).